Simular presencia: el viejo truco que sigue funcionando
Evitar que una casa parezca vacía no es una manía, sino una táctica antigua que conserva su vigencia. Los signos son obvios y fáciles de identificar: una persiana baja cuando no toca, un buzón desbordado o una lámpara encendida a mediodía. No hace falta que un ladrón estudie la vivienda durante semanas. Basta con pasar una vez para notar que no hay nadie.
Por eso, al ausentarse unos días, es recomendable que todo parezca normal, como si alguien fuera a volver en cualquier momento. No se trata de paranoia, sino de simple prevención. Tener un sistema de alarma es fundamental, pero los gestos cotidianos también cuentan. Y mucho.
Encender la luz… pero no siempre la misma
Ya no hace falta pedir favores. Existen dispositivos que encienden y apagan luces a distintas horas, cada día diferente. Una lámpara en el salón que se apaga de madrugada. Un dormitorio iluminado al anochecer. Eso basta para crear la ilusión de rutina.
A esto se le puede sumar una luz exterior con sensor de movimiento. Quien merodee verá un destello inesperado. Eso basta para disuadir. Nadie quiere ser visto en el momento exacto en que planea entrar.
El jardín lo cuenta todo
El descuido se nota desde lejos. Hojas secas acumuladas, setos crecidos sin control, una hierba que comienza a invadir el paso. Son detalles que delatan ausencia y desinterés. Y un entorno descuidado, además de poco estético, ofrece rincones para esconderse.
Si normalmente tú lo mantienes, hazlo justo antes de irte. Si no puedes, encarga a alguien que lo haga. La prevención empieza en el suelo que pisas.
Ni una carta fuera del buzón
El correo delata. No hay señal más clara de abandono que un buzón lleno, un paquete sin recoger o un diario del viernes olvidado. En ese caso, lo sensato es avisar a alguien o pausar los envíos si es posible. Muchos servicios ya permiten entregas en taquillas o recogidas programadas.
Y si tienes videoportero, incluso puedes hablar con el repartidor en tiempo real. Las excusas desaparecen con la tecnología.
No se trata de esconderse. Se trata de no dejar pistas, porque la seguridad comienza antes del problema. Y cuando parece que estás, aunque no estés, el riesgo se reduce al mínimo. Quien dude, que lo piense dos veces.










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